Parco di Villa Gregoriana / Parque de Villa Gregoriana
(galleria foto e video a fine articolo)
Ed eccoci in movimento nuovamente. Decidiamo di visitare alcune importanti ville romane e la prima è Villa Gregoriana nella zona di Tivoli.
Voluta da papa Gregorio XVI intorno al 1834 e sviluppata nel territorio della più antica villa romana di Publio Manlio Vopisco.
Il Parco di Villa Gregoriana a Tivoli è un luogo di boschi, sentieri, cascate, grotte e vegetazione che si estende ai piedi dell’antica acropoli, un suggestivo parco naturalistico immerso nel verde e situato a pochi passi da Roma.
Dal 2005 l’intero territorio della villa è sotto la tutela e la gestione del FAI (Fondo Ambiente Italiano) ed è considerato un unicum mondiale, luogo dove la natura e la costante opera dell’uomo si fondono, tra straordinarie bellezze paesaggistiche.
Partiamo tranquilli di buon ora, salendo fino a Valmontone per prendere l’autostrada in modo da evitare il traffico nei dintorni di Roma. Imbocchiamo poi l’autostrada per l’Aquila e dopo pochi chilometri usciamo sulla provinciale per raggiungere Tivoli.
Grazie ad un comodo ed economico parcheggio proprio davanti all’ingresso del parco, non dobbiamo impazzire per la sosta dell’auto. Raccogliamo gli zaini e ci dirigiamo all’ingresso. Il biglietto costa 8€ che paghiamo volentieri perché il parco deve essere mantenuto in ordine e si sa che lo stato italiano ha le braccia corte.
La prima cosa assurda, essendo un parco stupendo che sfrutta le cascate del fiume Aniene, l’apertura è alle 10 e fa già un caldo esagerato, a Maggio. Non oso pensare cosa sarà a Luglio ed ad Agosto… Ma aprire almeno alle 8 è troppa fatica? Forse si.
Iniziamo il percorso per raggiungere la prima grande cascata, e la Pia si perde nel tentativo di fotografare dei pesci rossi in una vasca e a giocare con i girini. Nel frattempo tento di registrare la prima parte del video. Ho deciso di riutilizzare il vecchio telefono che giaceva chiuso in un cassetto che ho inserito in una comoda impugnatura presa online ad un prezzo contenuto. Devo dire che la soluzione sembra funzionare e le riprese sono meno traballanti.
Arriviamo alla prima cascata. Una cascata artificiale, enorme e molto bella, dove tento di fare le prime foto. Purtroppo è in controluce e la cosa è piuttosto complicata.
Riprendiamo la camminata scendendo verso la valle del parco. Ah mi ero dimenticato di dire che ci sono oltre 600 gradini e abbiamo fatto l’equivalente di oltre trenta piani!
Scendiamo tra resti romani, angoli di riposo e viste stupende fino ai piedi delle cascate naturali dell’Aniene, dove uno splendido scenario mi apre il cuore… per un attimo. Una masnada di ragazzini urlanto rompe la magia. Comunque ancora una volta ci sentiamo utili soccorrendo una ragazzina che soffre uno svenimento e le due insegnanti un po perse. Fortunatamente anni di pratica di arti marziali mi hanno permesso di aiutarla. Nulla di grave, dopo un po la ragazza colma di gratitudine si alza. Scambiamo altre quattro chiacchere con lei ed le insegnianti e riprendiamo il nostro cammino dopo aver scattato ovviamente qualche foto interessante alle cascate.
Ora ci aspetta la salita e la visita alla Grotta di Nettuno, una caverna creata dall’erosione del fiume da cui scaturisce un corrente di acqua. Ci si arriva tramite un camminamento ottocentesco scavato nella roccia e completo di ampie finestre sullo splendido panorama. La Grotta del Nettuno è piccola ma meravigliosa per forme e colori. Ritorniamo sui nostri passi e ci fermiamo a mangiare un frutto sotto uno splendido albero di sambuco scattando qualche foto e ammirando il panorama costruito dalla forza dell’acqua.
Affontiamo l’ultima parte del percorso e arriviamo all’uscita del Parco, soffermandoci meravigliati sulla bellezza del Tempio di Vesta, pensando a quando sarebbe interessante se l’Impero Romano non fosse caduto.
Stanchi, accaldati ma felici per l’opportunità di visitare questo Parco stupendo, raggiungiamo l’auto e lentamente riprendiamo la stada di casa.
Un forte abbraccio !
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Y aquí estamos de nuevo en movimiento. Decidimos visitar algunas villas romanas importantes y la primera es Villa Gregoriana en la zona de Tivoli.
Construida por el papa Gregorio XVI alrededor de 1834 y desarrollada en el territorio de la villa romana más antigua de Publio Manlio Vopisco.
El Parque de Villa Gregoriana en Tivoli es un lugar de bosques, senderos, cascadas, cuevas y vegetación que se extiende a los pies de la antigua acrópolis, un encantador parque natural rodeado de vegetación y situado a pocos pasos de Roma.
Desde 2005 todo el territorio de la villa está bajo la tutela y la gestión del FAI (Fondo Ambiente Italiano) y es considerado un unicum mundial, lugar donde la naturaleza y la constante obra del hombre se funden, entre extraordinarias bellezas paisajísticas.
Partimos tranquilos a primera hora, subiendo hasta Valmontone para tomar la autopista para evitar el tráfico en los alrededores de Roma. Luego tomamos la autopista hacia l’Aquila y después de unos pocos kilómetros salimos por la carretera provincial para llegar a Tivoli.
Gracias a un cómodo y económico aparcamiento justo delante de la entrada del parque, no debemos volvernos locos por aparcar el coche. Recogemos las mochilas y nos dirigimos a la entrada. El billete cuesta 8€ que pagamos gustosamente porque el parque debe mantenerse en orden y se sabe que el estado italiano tiene brazos cortos (con el dinero).
Lo primero absurdo, al ser un hermoso parque que explota las cascadas del río Aniene, la apertura es a las 10 y hace ya un calor exagerado, en mayo. No me atrevo a pensar qué será en julio y agosto… ¿Pero abrir al menos a las 8 es demasiado trabajo? Quizás sí.
Comenzamos el camino para llegar a la primera gran cascada, y Pia se pierde en un intento de fotografiar peces de colores en un tanque y jugar con los renacuajos. Mientras tanto, intento grabar la primera parte del video. Decidí reutilizar el viejo teléfono que yacía encerrado en un cajón que puse en un cómodo mango tcomprado online a un precio razonable. Debo decir que la solución parece estar funcionando y grabar un video estable es más sencillo.
Llegamos a la primera cascada. Una cascada artificial, enorme y muy bonita, donde intento hacer las primeras fotos. Por desgracia, está a contraluz y es bastante complicado.
Continuamos la caminata hacia el valle del parque. Ah, me había olvidado de decir que hay más de 600 escalones en el parque y hemos hecho el equivalente de más de treinta pisos!
Bajamos entre restos romanos, rincones de descanso y vistas estupendas hasta los pies de las cascadas naturales del Aniene, donde un espléndido paisaje me abre el corazón… por un momento. Un montón de niños gritando rompe la magia. Sin embargo, una vez más nos sentimos útiles al rescatar a una niña que sufre un desmayo y a las dos maestras un poco perdidas. Afortunadamente, años de práctica de artes marciales me han permitido ayudarla. Nada grave, después de un tiempo la niña llena de gratitud se levanta. Después una pequeña charla con ella y las maestras, antes de retomar nuestro camino intentamos de tomar algunas fotos interesantes de las cascadas.
Ahora nos espera la subida y la visita a la Cueva de Neptuno, una cueva creada por la erosión del río de donde brota una corriente de agua. Se llega a través de una pasarela del siglo XIX tallada en la roca y con grandes ventanas sobre el espléndido panorama. La Cueva de Neptuno es pequeña pero maravillosa por sus formas y colores. Volvemos sobre nuestros pasos y nos detenemos a comer una fruta bajo un espléndido árbol de saúco tomando algunas fotos y admirando el panorama construido por la fuerza del agua.
No enfrentamos la última parte del recorrido y llegamos a la salida del Parque, deteniéndonos maravillados por la belleza del Templo de Vesta, pensando en lo interesante que sería si el Imperio Romano no hubiera caído.
Cansados, acalorados pero felices por la oportunidad de visitar este Parque estupendo, alcanzamos el coche y lentamente retomamos la stada de casa.
¡Un fuerte abrazo !
(seguramente hay errores en la traducción al español, pero estoy tratando de mantener vivo este idioma tan hermoso y me esfuerzo en tratar de escribirlo al máximo de mis capacidades)